PRIMERA PLANA


LAS TONTAS NO VAN AL CIELO CON PALABRA DE MUJER

En las telenovelas, ha predominado siempre la figura de la típica mujer sumisa, ama de casa, esposa, madre, víctima, la soñadora, la mártir, la de buen corazón que perdona todo y una larga lista de características estereotipadas atribuidas por la cultura machista al sexo femenino.

Sin embargo, el adelanto de las mujeres y su inclusión a todos los espacios, actividades y profesiones ha obligado a los productores de cine y televisión a tratar de proyectar una imagen más equilibrada y realista de la mujer en la vida social, familiar y laboral.

Por lo anterior se han puesto de moda las series, películas y telenovelas protagonizadas por mujeres seguras de sí mismas, profesionales, independientes y de fuerte personalidad. Permitiendo el surgimiento de las heroínas o clones de la mujer maravilla.

Es impresionante el éxito de audiencia que han tenido las series Sexo en la Ciudad (Sex and The City) y Esposas Desesperadas (Desperate Housewives) donde las protagonistas asumen un papel que rompe con los estereotipos de género. Las intérpretes son un retrato de las mujeres del siglo XXI: urbanas, liberales, independientes y triunfadoras.

Pero hay un discurso machista que permanece oculto en ambas series, cuando las heroínas supuestamente liberadas acaban por rendirse al mito del amor romántico, y con él al modelo del matrimonio y familia tradicional, o donde se castiga de forma más o menos sutil a las mujeres sexualmente activas y transgresoras (el ejemplo de cáncer de mama de Samantha en Sexo en New York).

En el caso de las telenovelas, han dado mucho de que hablar las dos nuevas producciones mexicanas: Las Tontas No Van al Cielo y Palabra de Mujer, calificadas por los expertos como vanguardistas.

No obstante, estas telenovelas constituyen, en mi opinión, un mal intento de llevar a la pantalla chica la problemática de las mujeres abordando los temas triviales, cotidianos y domésticos desde una perspectiva de género.

En las Tontas no Van al Cielo la protagonista Candy (Jacqueline Bracamonte) lidera una institución de mujeres y para mujeres, algo como un Instituto de la Mujer, pero se enfrascan en una batalla de sexos con los hombres coprotagonistas de la misma telenovela.

El drama de esta novela se inclina más por desarrollar la comedia y el buen humor y no por abordar de manera seria y profunda las diferencias culturales y de poder en las que radica la discriminación en contra de las mujeres.

Un aspecto positivo en la temática de esta novela es que aborda sin complejos el tema de la homosexualidad cuando dos de los personajes (una lesbiana y un gay) demuestran que su preferencia sexual no los hace seres anormales ni diferentes a los demás. También desarrolla de una manera muy profesional el asunto de la cirugía plástica mal utilizada para construir la mujer estereotipo exigida por una sociedad superficial, vanidosa y consumista. Al grado de poner en riesgo la salud y hasta la vida de las pacientes.

En Palabra de Mujer, las protagonistas producen un programa de televisión donde hacen el intento por analizar, aunque de una manera muy superficial, los principales problemas que desde su visión aquejan a la población femenina.

Lo importante de estas series y telenovelas es que se atreven a tratar en la pantalla temas tabú, como el sexo, el uso de juguetes sexuales, las relaciones homosexuales, enfermedades de transmisión sexual, divorcio y otros que aunque son cotidianos han sido vetados del debate colectivo por los moralistas.