Factores socioculturales que propician la mortalidad materna

La sociedad hondureña ha conseguido logros significativos en la reducción de las tasas de mortalidad materna, con relación a las existentes en la década de los ochentas.

No obstante, la mortalidad materna continúa siendo un problema social de graves consecuencias para la vida de las mujeres, tal y como lo reflejan los actuales datos estadísticos. Por cada 100 mil nacidos vivos, el riesgo reproductivo es de 326 y la tasa de mortalidad materna es de 108 respectivamente.

Las principales causas de muerte en las embarazadas siguen siendo la hemorragia, los trastornos hipertensivos y las infecciones, problemas prevenibles si hay un adecuado control prenatal.

No obstante, hay factores socioculturales que también propician la muerte de las mujeres en la etapa del embarazo. Por ejemplo en las zonas menos urbanizadas, priva especialmente la concepción que el hombre es “dueño” de la mujer, y esto se traduce en una relación desigual entre la pareja y en una evidente desventaja o falta de poder para las mujeres porque las inhabilita para dirigir y proteger su vida con relación a su sexualidad y reproducción.

También en la sociedad hondureña prevalece el concepto de maternidad como un hecho biológico, natural, básico para la realización personal de las mujeres. El hecho biológico de la concepción, deriva en una obligación cultural para las mujeres de cuidar a sus hijos e hijas, en tanto que el hecho biológico de fecundar que poseen los hombres no conlleva a la misma obligación cultural y social.

Pese a lo anterior, los hombres tienen control sobre la sexualidad y la capacidad reproductiva de la mujer pues –en la mayoría de los casos- son ellos quienes deciden cuándo, cómo y dónde tener relaciones sexuales, y si hay complicaciones en el momento del embarazo que ponen en riesgo la vida de la mujer, en última instancia el hombre, marido o compañero tiene el poder de decidir dónde, cuándo y cómo se prestará auxilio a esa mujer.

Es evidente que la población femenina con mayores niveles de afectación, es la que tiene un limitado acceso a la educación, que vive en condiciones de pobreza y en zonas urbano marginales.

Además de las condiciones socioeconómicas de las mujeres, la calidad de la atención en los servicios sanitarios, es otro de los factores que contribuyen en agravar la problemática de la salud de las mujeres en edad reproductiva, lo que a su vez incrementa los riesgos de muerte por causas asociadas al embarazo, parto y puerperio.

Para contribuir a reducir la tasa de mortalidad materna es necesario el incremento del uso de los anticonceptivos, del control prenatal y la cobertura del parto institucional, sumado con la aplicación de las políticas de salud sexual y reproductiva y el respeto al derecho de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo.

Misoginia: “el odio a la mujer”

La misoginia es la aversión u odio a las mujeres o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como género y con ello todo lo considerado como femenino.

Comúnmente se confunde a la misoginia con una forma extrema de sexismo y aun de machismo. Esta concepción es errada porque la misoginia no consiste en ser partidario del predominio del hombre sobre la mujer, sino en pensar que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género femenino. La mujer, y como consecuencia la concepción y la familia, son consideradas como aberrantes y rechazables, o, en todo caso, tal vez buenas o necesarias para otros, pero no para uno mismo.

Esta aversión no es exclusiva de los hombres. La escritora española Anna Caballé ha demostrado que muchas mujeres también han sido y son misóginas.

La misoginia ha sido considerada como un atraso cultural arraigado al concepto de superioridad masculina, según el cual el rol de la mujer es dedicarse exclusivamente al hogar y a la reproducción.

En la teoría feminista, la misoginia es reconocida como una ideología política similar al racismo o el antisemitismo, existente para justificar y reproducir la subordinación de las mujeres por los hombres.

La misoginia y la actitud misógina forma parte de los patrones culturales de muchas sociedades, que establece rígidas reglas de conducta para las mujeres y que ante el cumplimiento estricto de las mismas, se toma la vía de culpar a la mujer.

Esto ha ocasionado que, a causa del poder de los varones, ellas estén expuestas a violencia física, abuso sexual, degradación, trato injusto y humillante, así como discriminación legal y económica, situación que se alimenta con la creencia de la supuesta inferioridad femenina y supervaloración del dominio masculino, viéndose este último reforzado por factores como tradicionalismo, entorno familiar iglesias y medios de comunicación.

De lo anterior se deduce que la misógina propicia que como sociedad permitamos y aceptemos como natural la violencia doméstica, la esclavitud e inferioridad de las mujeres y hasta el femicidio.

Expertas estiman que mientras la misoginia no nos produzca el mismo espanto que el terrorismo, el nazismo, el racismo y la homofobia, las mujeres continuarán siendo mutiladas, lapidadas, agredidas y asesinadas por el simple hecho de ser mujeres.